Arthur A. Schomburg nació en Santurce, Puerto Rico, el 24 de enero de 1874. Su madre fue María Josefa, una negra libre de nacimiento de St. Croix y Carlos Federico Schomburg, mestizo mercader de descendencia alemana. Schomburg fue historiador, escritor, activista comunitario y un altisonante expositor de sus ideas en círculos de ilustres intelectuales. Su educación se inicia en Puerto Rico, asiste al Colegio Popular de San Juan donde aprendió impresión comercial, y al Colegio de Saint Thomas en Islas Vírgenes donde estudió literatura negra, se conoce más bien como un autoeducado de dotes sobresalientes. La gente demuestra empeño por saber en qué se inspiran las personas creativas, aquellas que impresionan a los demás con el fruto de su genio y esfuerzo. Sin embargo, las grandes creatividades, que toman una vida entera para acumular los meritos que se merecen, no siempre nacen de bellas experiencias ni momentos plácidos. Imagínese que un día viene usted al salón de clase motivado por sus altas calificaciones o a su empleo satisfecho por lo bien que viene desempañando sus funciones, y durante un intercambio su maestro o su jefe le diga que usted proviene de una raza que no tiene historia, no tiene héroes ni conquistas. ¿Cual sería su reacción? Posiblemente sienta que no viene de muy lejos y que su destino y el de sus descendientes es incierto, carente de inspiración o valor alguno. Esto fue lo que sucedió a Arthur A. Schomber un día que su maestro le dijo que los negros no tenían historia, héroes ni conquistas, según su propio testimonio. Pero este joven, aunque tal vez sintió ganas de llorar, no se quedó allí estático, discriminado y humillado, su sentido de la realidad era muy amplio, sabía que alguien lo discriminaría otra vez, con otras palabras o en otro lugar, no era la voz de su profesor, era la elocuencia del distorsionamiento filosófico del opresor lo que había escuchado bajo el amparo del manto de la misión académica, institucionalizada, como la discriminación misma de nuestros días. En ese momento el insulto encendió en él la chispa originaria de una llama que permaneció iluminando su camino su vida entera para demostrar la falsedad de esa aseveración y al mismo tiempo documentar las razones de su convicción de que la historia de los afro-americanos trasciende a la de los blancos anglosajones, no sólo en América sino en otros lugares. Arturo Alfonso Schomburg hoy se conoce como el coleccionista, curador de libros, y fundador de una de las fuentes más amplias sobre el pasado histórico de los negros, de la literatura negra, de los remanentes que dejaron las emigraciones negras desde África hacia Europa, las América y otras áreas del globo. Es un personaje de gran interés para los afro-americanos, los latinos y demás descendientes del continente del sol. Su gran mérito consistió en armonizar en un cuerpo los trabajos de otros (hombres y mujeres) negros prominentes. Dedicó su vida a restaurar y organizar, para hacer accesible, las fuentes dejadas escondidas, en diferentes formas y géneros, en algún lugar del mundo para ponerla a luz y reflejaran sobre el espacio y el tiempo los argumentos de la historia. Su trabajo fue de gran importancia al servir a la creación de conciencia para las luchas civiles y políticas por restituir los derechos de igualdad y oportunidades de la gente de color en el siglo recién pasado. Schomburg junta las evidencias, las huellas indicadoras de que los negros, no sólo de Estados Unidos, sino también los diseminados por otros países y etnias (los latinos, los mestizos, los indios, los mulatos, los de color chocolate), porque entiende que estos si tienen un pasado que debe ser reconstruido desde sus propias ópticas para hacer posible realizar el futuro con perspectivas a la libertad y la prosperidad a que todos tenemos derecho. Hoy esto se traduce a un lenguaje más digerible para los conservadores y manipuladores de la política y los monopolios económicos, al referirnos al derecho a viviendas, salud, educación, libertad de expresión e igualdad de oportunidad de empleos dignos. Nadie tiene la culpa de nacer blanco o nacer negro, el color no es más que una percepción subjetiva carente de base para los prejuicios. Los colores existen para engrandecer y embellecer la naturaleza y los hombres, no para privarlos de sus valores esenciales.
Este hombre no era un coleccionista simplemente, no hacía su trabajo por amor al arte solamente, ni andaba en busca de curiosidades o raros artefactos para hacerse rico posteriormente, era un restaurador no sólo de los objetos obtenidos o las pagina olvidadas, sino de la historia misma de los negros porque entendía que el orgullo de la raza del negro era el antídoto contra el prejuicio en su contra.
A diferencia de lo que se pueda pensar, Schomburg, igual que Gandhi o Luther King, no tenía odio racial, porque eso sería inconsecuente con sus principios fundamentales de que los hombres somos iguales. El también trascendía por encima de esos bajos sentimientos porque igual que Pablo Freire sabía que la misión del oprimido es liberarse y a la vez liberar al opresor de sus jaulas mentales y ambiciosas, porque no existe racismo sin motivaciones económicas, aun se escondan detrás de los sofismas y los protocolos sociales, o detrás de aparentes ingenuidades, cuando no en creencias dogmáticas. Es importante entender que debido a que Arthur Schomburg nació en Puerto Rico e inmigró a los Estados Unidos, a Harlem, New York, el 17 de abril de 1891, nos benefició a todos con su trabajo intelectual e investigativo por su perfil multicultural y universalista. Entiéndase que con Arthur A. Schomburg ocurre lo mismo que sucedió con Audubon, no era hombre procedente de la cúspide académica, como los que estamos acostumbrados a interpretar en los hombres sobresalientes. Schomburg fue un autodidacta que al igual que John James Audubon se mereció el respeto de sus contemporáneos por su trabajo honesto con propósito humanista, estos dos hombres no fueron simples teóricos, sino que sus trabajos de colección, cada uno en su rama, eran irrefutables, objetivos, y para el servicio de todos.